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viernes, 22 de febrero de 2013

Homenaje a Edward Gorey

Hoy al abrir google me encuentro con un aniversario peculiar, porque el autor a quien se homenajea, Edward Gorey, murió hace trece años. Fue un dibujante que no es conocido por,el gran público, pero creo que si tenéis un minuto, os va a gustar o, por lo menos, interesar.


Es el autor de este abecedario en el que aparecen una serie de niños, tantos como letras del alfabeto, que están protegidos por el paraguas desvencijado de la Muerte.


Esta imagen me sorprendió, acostumbrada como estaba a las imágenes de las Vírgenes de la Misericordia. En ellas siempre aparecía La Virgen, en una escala muy superior a la de las personas que pretende proteger. Lo hacía extendiendo su manto, en una especie de metáfora que ha continuado en nuestra lengua hasta ahora: "manto protector".

Os voy a a poner un ejemplo, que no es el primero, pero sí muestra lo que he querido decir.

Se trata de la obra de Lippo Memmi, realizada en 1350. En ella son los ángeles los que extienden ese manto azul del color de la noche. (Esto era importante porque realizar ese color era carísimo y en los contratos con los pintores se solía especificar cuánta superficie podía estar rellena de este color).



Además vemos la escala de los personajes. A esto se le denominaba perspectiva jerárquica (lo más importante era más grande). Si os fijáis los hombres están a un lado y las mujeres a otro, pero todos tienen en común su actitud orante (rezando) y la alegría de estar debajo de este manto, ya que nos garantizaba el paso a la vida eterna en el seno del Señor.

Todo es una metáfora del Paraíso, que espera a los buenos cristianos después de muertos.

Un tiempo después Piero de la Francesca realiza otra composición del mismo tema en 1460-2. Los colores de la Virgen son los mismos, pero ya no hay ángeles. Es ella la que extiende la capa sobre los humanos.

Es verdad que hay división por sexos (sólo han pasado cien años). Pero algo ha cambiado. Siguen teniendo una escala diferente y siguen orando pero la metáfora del cielo se ha esfumado. Ahora representa la protección de la Virgen a los vivos, que rezan por ella. Algo así como lo que pretendía Gonzalo de Berceo con Los milagros de Nuestra Señora. Su ámbito de acción ha pasado a la tierra.

La imagen de Gorey es tremenda y tiene este origen. Ha quitado para inquietar. No hace falta la escala porque son niños, esos seres desvalidos. Los rostros están sin expresión ninguna, lo que empieza a intrigar y si leemos el título en español,  Los pequeñitos macabros, ya nos recorre un sudor frío por la espalda.

El manto protector es un paraguas pero ¿de qué nos va a proteger si lo que se supone el peligro está debajo de sus varillas, esas tan tétricas que son como agujas que se van a clavar en las cabezas de los niños?
Os dejo con un ejemplo de lo que hay dentro de este "cómic".

Se trata de un alfabeto en el que cada letra se dedica a un niño cuya muerte es espeluznante. Por ejemplo la N es para Neville. ¿De qué muere este niño? ¡de Tedio, es decir, aburrimiento! Las imágenes en blanco y negro y con estilo de grabado refuerza el carácter macabro de la escena. El niño ocupa una mínima parte de la superficie. La ventana cae sobre la cabeza como si fuera una guillotina y lo que observa por la ventana es desolador. ¿Cómo si no lo vemos sabemos eso?
Porque las ramas dan una muestra del paisaje invernal que puede ser toda una metáfora.

¿Quién le influye? ¿A Gorey? Pues posiblemente este autor conocido: Goya. En la pintura "negra" del autor de Fuendetodos se aprecia la cabeza de este perro al que el peso de lo que hay arriba le hace hundirse más. Los especialistas saben que Goya no lo pintó así. Pero es lo que ha visto Gorey, que de eso se trata.

Me gustaba este alfabeto porque es macabro sin ser "gore". Es verdad que hay muertes explícitas como la de Kate. Pero no es lo normal.

La mayoría tienen un punto de angustia que es trasladada al espectador presentando al personaje vivo y la muerte acechante. No podemos hacer nada por impedirlo porque el mensaje escrito está en pasado luego presenta una acción ocurrida mientras que el mensaje icónico presenta al personaje antes de que ocurra. El conflicto temporal no aterra tanto como la idea de no poder ver como sucederá o como sucedió.

Pongo otro ejemplo. Victor será despedazado por un tren al que suponemos acercándose por la izquierda mientras que el pequeñito otea el lado derecho. No nos oye aunque le gritemos. Si lo hiciera, ya se habría dado la vuelta. La mano en los ojos es lo que nos dice de la precaución inocente de este niño sordo.

Os pongo un último ejemplo de esto. La H de Héctor en el que no nos encontramos con la sordera del niño porque le va a ahogar un "Thug", que es una especie de secta que ahogaba a los extranjeros. Aquí hay un silencio sobrecogedor.

No es igual al anterior aunque parezca. La imagen del niño escolar británico nos lleva a la India todavía gobernada por los ingleses.

Las manos del asesino, morenas, lo dejan claro. Podemos gritar pero no se va a enterar de nada porque no comprende qué le puede pasar. Va a estar más pendiente de nosotros que de presentir lo que se acerca por detrás.

Si tenéis ganas de seguir os animo a que visitéis las numerosas páginas que hay con algunas de los dibujos de este autor, que nació piscis, como yo. Por cierto, si os suena familiar la estética de la muerte, podéis ver lo que ha hecho Tim Burton.


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