ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE
Un
sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.
- ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
- No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.
- ¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy de prisa se calzaba,
más de prisa se vestía;
ya se va para la calle,
en
donde su amor vivía.
- ¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio
mi madre no está dormida.
- Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti, vida sería.
- Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
- Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.
Este es un romance muy conocido en el que un enamorado utiliza el cordón de seda para escalar hacia ella pero la enamorada propone lanzar el cabello si fuera necesario. Muy mala suerte la suya, porque ello le lleva a la muerte. Dándole vueltas a la cabeza a lo mejor os suena un poco a un conocido cuento...
Rapunzel, de los Hermanos Grimm. Como vemos en la ilustración de Crane de 1882, el enamorado sube hacia ella por sus cabellos cada noche hasta que la bruja malvada le corta la magnífica trenza. Este enamorado, príncipe, como en todos los cuentos, no tiene mucha más suerte y queda ciego de la caída aunque acaba quedándose con ella y con los gemelos que tuvo, fruto de este amor.
La historia ha dado mucho juego en la literatura y en el arte. Me refiero a lo de la mujer encerrada y los enamorados. Aquí vemos una ilustración de Frank Cadogan Cowper (1908) pero, aunque es Rapunzel, no se trata de la del cuento, sino de la del Poema de William Morris que empieza así:
The Prince,
being in the wood near the tower, in the evening
I COULD not even think
What mademe weep that day
When out o fthe council-hall
The courtiers pass'd away,–
The Witch
Rapunzel, Rapunzel,
let down your hair!
The Witch
Rapunzel, Rapunzel,
let down your hair!
La imagen es de Robert Campin (1438), está en el Museo del Prado y representa a la santa leyendo en su torre sin preocuparse del mundo exterior.
Pero no quisiera dejar de comentar lo divertido que parece este anuncio...
Aquí tenemos a "Rapunzel" (que por cierto su nombre hace referencia a una especie de nabo comestible que la madre quiso comer como antojo) o a la enamorada. Lo firma Saatchi & Saatchi para la campaña de febrero de 2009. Tenemos su magnífica trenza dorada y está encerrada en una torre almohadillada (qué casualidad que recuerda a las salas de los antiguos sanatorios mentales. ¿Está loca?) y no la retiene una bruja o un padre temeroso de que se vaya con cualquier hombre. La retiene un anillo de la marca y que le ha generado la locura. Es evidente que no es necesario el príncipe para estas chicas modernas...
¡CÓMO CAMBIAN LOS CUENTOS!
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